Se cuenta que un mozo, volvía de su casa hacia la media noche de una fiesta de
graduación con todos sus compañeros de universidad. Cuando se encontró con un monje con el que entabló conversación, hicieron amistad facilmente ya que el muchacho era muy simpático y creyente, por lo que se citaban todas las noches en frente de el arco de San Lorenzo exactamente a las doce
de la noche. Al paso del tiempo, cuando transcurrieron seis meses, el Padre pidió a su jóven amigo si podía acompañarle en una ceremonia que quería realizar a las tres de la mañana, como no, su discípulo aceptó. El chico la mar de contento por el amigo que tenía y lo mucho que le había enseñado se fue encantado a su casa a dormir. Al día siguiente, cuando faltaban 10 minutos para su cita, salió de su casa para llegar puntual, pero su sorpresa fue cuando vio a un hombre encapuchado y cubriendo todo su cuerpo hasta el punto de que no se le veían las manos, en el portal de su casa, salió extrañado y al hacerlo reconoció a aquel tipo, era su amigo, por lo que no se preocupó.
Fueron a el mismo punto de reunión donde se habían citado siempre y comenzaron la misa, pero a la sexta genuflexión, pudo observar el chico las manos de su compañero y quedó estupefacto al ver que no tenía piel ni carne recubriendo el hueso que estaba al descubierto, luego miró hacia arriba y vio que el Padre lo observó y dijo: "¡ Vaya, ya te has dado cuenta!"
acto seguido, se recogió la capucha y dejó ver su cadavérico cráneo huesudo y unas enormes órbitas sin ojo observándolo fijamente, el chico perdió el conocimiento y cuando se despertó en el hospital nadie le creyó y pensaron que era producto de su pérdida de conocimiento, que le había producido alucinaciones, pero ¿De verdad fueron alucinaciones?
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" El abuelo"
Una leyenda muy arraigada a Jaén es la de Nuestro Padre Jesús el Nazareno, ya que cuenta una leyenda que un anciano fue acogido en una casa a las afueras de esta ciudad, en época de cacería, por dos hombres.
El abuelo mientras cenaba, estaba mirando por la ventana cuando ajeno a la conversación que mantenían sus compañeros:
-Que buen nazareno saldría de ahí- dijo señalando a un enorme madero.
-¿Usted sería capaz de hacerlo?- dijo un hombre sorprendido.
-Si me dejan sólo en una habitación sin herramienta alguna lo haré.
Así lo hicieron, pasaron 3 días y el anciano no hacía ruido ni presentaba signo de vida, por lo que los hombres decidieron entrar en la habitación, pero al hacerlo no había rastro del abuelo, tan sólo estaba el madero tallado a la perfección, por lo que pusieron ese nombre a la imagen, en honor a su anónimo escultor.
La Leyenda del Padre huesudo, se la oí a la madre de Carmen Mariscal, que es guía de Jaén. Me gusta la ilustración de la luna llena... ¡Adelante con el blog!
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